sábado, 11 de julio de 2009

En el momento

En que vez a una persona morir, cambia totalmente la perspectiva. Ver como los ojos se desorbitan, o algo asì. Ver como la piel se blanquea, o algo así. Ver como... De a poco, eso que antes te parecia que simplemente se despertaría y tiraría una broma simpática (y anticuada), derrepente se asemeja tanto a un objeto inanimado que no lo diferencias de la cama donde está. Se ve muy extaño, notar como ya dejó de respirar. Como sus músculos se sueltan, y se le abre la boca, se deja caer. Pasándole los dedos por sobre los párpados, se le cierran los ojos. Él, quién ya dejó de ser un "él", observaba todo en su último aliento. Ya no queda nada. Podrías adivinar, sin ser creyente de esas cosas, que no queda alma alguna en su cuerpo, no brota de él energía, ni calor. La piel, poco a poco, se torna de un color medio morado. Y junto a esa sensación de un frío increible, que eriza cada uno de los pelos del cuerpo, se comienzan a escuchar los llantos. Nadie fue capáz de llorar hasta que él se sintió fuera, con nosotros.

Y yo seguía ahí, no podía moverme a ningún lado.

No hay comentarios: