viernes, 20 de febrero de 2009

«Introducción sinfónica», en el «Libro de los gorriones» (extracto)

[...]Conmigo van, destinados a morir conmigo, sin que de ellos quede otro rastro que el que deja un sueño de la media noche que a la mañana no puede recordarse. En algunas ocasiones y ante esa idea terrible, se subleva en ellos el instinto de la vida y agitándose en terrible aunque silencioso tumulto buscan en tropel por donde salir a la luz, de las tinieblas en que viven. Pero ¡ay!, que entre el mundo de la idea y el de la forma existe un abismo que sólo puede salvar la palabra, y la palabra, tímida y perezosa, se niega a secundar sus esfuerzos! Mudos, sombríos e impotentes, después de la inútil lucha vuelven a caer en su antiguo marasmo. Tal caen inertes en los surcos de las sendas, si cae el viento, las hojas amarillas que levantó el remolino.[...]

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