lunes, 2 de febrero de 2009

Darkness

Si retrocedo y me interno en lo más profundo puedo encontrar en esos rincones olvidados de mi mente un instinto encadenado, amarrado por mi bien, un ser insaciable y despreciable; si cierro mis ojos puedo ver sin distinguir nada más su mirada y su aliento, puedo percibir los latidos del corazón que no tiene y se llena de sangre mi lengua, puedo sentir el sabor. Nos quedamos atónitos un rato por este encuentro, hace tiempo te esperaba. Puedo ver como mis manos rejuvenecen y mi piel, mi piel se mancha de tus manchas y mis pies comienzan a correr. Es salvaje, no se puede controlar; puedo sentir como mi corazón se deshace mientras te sostengo entre mis manos, tu cuello. Tu dulce cuello. Ese deseo insaciable, tan antiguo, el deseo escondido de la humanidad y de mi, de mi mente, porque estoy en este rincon encadenada ahora junto a ti, maldito, mientras sostengo tu cuello y lo presiono. El dulce sabor de la sangre. El olor a profundidad, a lo más oculto. Si puedes sostener mi sangre entonces podrás alcanzar mi alma, porque no hay pureza sin putrefacción y aquí estoy sosteniendo tu cuello mientras tus labios los pintas de rojo, los pintas de rojo para mi y para el beso que viene que sabes que viene. Yo soy tú y tú no eres más que mi imaginación, un helecho de furor y lágrimas que talvez solo yo pueda encontrar en aquellos rincones olvidados. Pero sé que tú también lo puedes hacer. Abrir esa alma que tienes, puedo ver a tavéz de tus ojos teñidos de rojo como tú no eres más diferente de mi de lo que pensé, que talvez el mounstruo eres tú y no yo. Talvez simplemente... Suelte tu cuello. Y te de el beso. Porque espero encontrarte yo también, como me encontré a mí.

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