sábado, 13 de febrero de 2010

Ya que estamos en vísperas del día del amor (bueno, yo estoy, casi, realmente no) solo diré que no tengo idea de qué hablan todos ustedes.
Que los besos (que no recibo), que los abrazos (que no doy), que los chocolates (que no me gustan), que las flores (que nadie regala), que las cartas de amor (poco sinceras); yo no entiendo nada de eso. Hay períodos donde el viento le cierra la puerta a uno en la cara, y podríamos decir que estoy con yeso en la nariz. ¡De obstinada! A una le dicen cuando es pequeña que jamás se asome a la puerta cuando no conoce bien a quien está fuera, porque le pueden dar un portazo. Pero todas terminamos con la cicatriz en la nariz, ni modo.
Y como a todas, necesito que venga alguien a abrir las ventanas, y que me convenza de abrir la puerta también, para que se ventile la casa de ese aroma a pasado que tiene. Porque típico, en invierno, encerrarse en los recuerdos, y ya no dan ganas de salir, ya no.

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