No pretendas gritar a los cuatro vientos esas palabras, y esperar que simplemente se pierdan en algún mar; porque siempre dan la vuelta para golpear justo en la nuca. Para hundirte en mil infiernos. Y tragarte tu propio vómito.
Para botarlo.
Y darte cuenta que no habrá ni viento, ni mar, ni palabras para tí.
lunes, 24 de agosto de 2009
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